VIVIR PARA APRENDER A DESPEDIRSE


-LO MAS TRISTE NO ES DESPEDIRSE, SINO NO SABER A DONDE IR...!


¡ Y LO MAS TRISTE NO ES DESPEDIR AL QUE PARTE, SINO 
  NO SABER DONDE Y PARA QUE 
  TE QUEDAS !


-SI TODA LA VIDA ES UN CAMINO Y TODA LA VIDA ES 
 UNA BUSQUEDA, ACEPTALO, AUNQUE TE DUELA...
 TODA LA VIDA ES UNA DESPEDIDA.


-¡ Y SOLO APRENDISTE A VIVIR CUANDO APRENDISTE 
  A DESPEDIRTE !


-Y NO HABRAS APRENDIDO A CAMINAR EN LIBERTAD, 
  BUSCANDO LO NO ALCANZADO, MIENTRAS NO TE HAYAS 
  DESPEDIDO DE LO ANDADO Y LOGRADO.


-LA LIBERTAD Y LA VALENTIA QUE NO TIENES PARA 
 DESPEDIRTE DE TODO LO DEJADO Y LO PERDIDO, 
 SON LA LIBERTAD Y LA FUERZA QUE TE FALTAN PARA 
 SEGUIR ANDANDO.


-DESPIDETE DE LOS PADRES QUE YA NO NECESITAS 
 Y CUIDA DE TI MISMO HACIENDOTE RESPONSABLE 
 DE TU VIDA.


-DESPIDETE DE LOS HIJOS QUE YA NO NECESITAS 
 Y DEJALOS SER LIBRES.


-DESPIDETE DE LO BUENO QUE VIVISTE, SIN APEGARTE 
 AL TIEMPO QUE PASO, POR TEMOR DEL PRESENTE 
 Y EL FUTURO.


-DESPIDETE DEL MAL QUE COMETISTE, SIN ATARTE 
 CON CULPAS Y REPROCHES; PERDONANDOTE 
 A TI MISMO.


-DESPIDETE DE LAS OFENSAS QUE TE HIRIERON, 
 SIN ESCLAVIZARTE EN LA PRISION DEL RENCOR 
 Y LA AMARGURA.


-DESPIDETE DE LOS QUE, MURIENDOSE, PARTIERON 
 PARA QUE DEJES DE ESPERAR SU REGRESO Y TRANSITES 
 TU CAMINO EN LA ESPERANZA DE ENCONTRARTE TU CON
  ELLOS...


-DESPIDETE, DEJA CORRER EL RIO DE LA VIDA 
 LLEVANDOSE LAS AGUAS QUE ESTAS VIENDO, 
 PARA QUE TENGAN LUGAR, ANTE TUS OJOS, 
 LAS AGUAS QUE NO VISTE TODAVIA...
 Y QUE YA ESTAN VINIENDO...


 (Texto: RENE TROSERO).

REPENTINO


Un día cualquiera
te fugaste raudamente
por aquella grieta oscura
de mi vida
que yo no pude
y tú no querías ver.


Congelado el paso
frente al umbral
de lo indeciso...
el instante siguiente
fue ya lejano.


Yo estaba seguro
de verte entrar nuevamente
y sin embargo
algo dentro me dijo
que más nunca nada, 
nada sería ya igual :
ni mi beso en tu frente
ni la cómplice soledad
del campanario aquel,
ni el repentino estallido
de tu fresca sonrisa
ni el Príncipe Negro
en tu pelo de miel,
ni el porfiar de las olas
aquel naranjo atardecer; 
ni el quejido nocturno
de la gaviota enferma
tampoco nuestro mirar,
ni la noche en tus ojos,
ni la tibieza en tu vientre,
ni mi forma de amar...

                 YSL (10/04/84)