jueves, 27 de noviembre de 2008

ROGELIO GALLARDO BOCANEGRA

POETA Y ESCRITOR TRUJILLANO

EJEMPLO DE HOMBRE GRANDE, SENCILLO Y HUMILDE.

Para emular un poco a Vallejo, del cual Rogelio era adepto, diré que a él lo conocí un día del cual yo tenía ya el recuerdo. Me impresionó su extraña sencillez y humildad. Vestía humildemente ropa raída y modesta, con algunos parches burdos...pero siempre muy limpio, sobre todo cuando era ropa blanca. Calzaba yanques en los que sus pies denotaban higiene. De color trigueño y con rasgos centroamericanos. De frente amplia, cejas pobladas, pelo ensortijado y semi largo, nariz ancha, una barba corta y entrecana que se unía con un bigote alrededor de su boca. Lo que más resaltaba en su rostro eran unos ojos achinados con pupilas almendradas que él llamaba "Ojos de Lince". Aunque siempre he sido amigo de gente sencilla, Rogelio hubiera pasado desapercibido para mi, sino hubiera sido por una característica que me llamó la atención desde el primer instante: Su voz. Tenía un tono profundo y las palabras terminaban en forma sibilante entre sus dientes algo separados. Como alumno de Filosofía de la Universidad Mayor de San Marcos, sus conversaciones eran siempre interesantes y profundas. Tenía, a pesar de su vena de corte Vallejiano, un modo simple, práctico, y sobre todo esperanzado de ver la vida y el mundo a través del hombre. Justamente me enteré que él era poeta, a raíz de una conversación casual y desde allí nuestras conversaciones siempre terminaban versando en torno a ello, pues me impulsaba la curiosidad de que un amigo como él me dijera si lo que yo ya entonces escribía merecía llamarse poesía. Cuando leyó lo mío ni se inflamó ni abrió los ojos con sorpresa, pero desde entonces me llamaba poeta y yo me sentía incómodo cuando lo hacía delante de la gente. Por mi parte, tomaba esto como una deferencia; en aquel tiempo manejaba en mi local una línea regular de licor importado que a menudo le ofrecía durante alguna conversación. Pero un día en que vino más humilde que nunca me dijo que quería presentarme al presidente del Círculo de Escritores de la Libertad. Me quedé estupefacto, sinceramente lo tomé como asunto de su alcoholismo que ya iba siendo más evidente a medida que me frecuentaba. La sorpresa fue grande cuando me llevó a un local céntrico cuyo patio estaba lleno de mesas redondas con una sombrilla en cada cual. Efectivamente, en una de ellas estaba la persona mencionada acompañada de otros poetas entre los que se encontraba un paisano de mi esposa y a quien yo ya conocía...Así era Rogelio, una persona bohemia y lleno de humildad como él solo...las personas que realmente lo conocían lo estimaban y las que no...lo despreciaban. Mi esposa, a pesar de su sencillez, lo miraba de lejos; lo saludaba y lo trataba porque sabía que era mi amigo...pero nada más. Mi local comercial tenía un primer salón en el que yo solía encender dos faroles de luz amarilla y un fluorescente verde situado en uno de los andamios frente a uno de los mostradores. Cuando me daba por apagar la luz blanca que normalmente había en horas de trabajo y encendía el juego de luces, mi esposa ya sabía que era el día en que con mis amigos (la mayoría Sicólogos...no sé porqué); nos reuníamos para hacer música y poesía...entonces mi esposa se retiraba al interior de la casa con mis hijos.

Un día, llegó Rogelio algo tarde, cuando estaba a punto de cerrar el local. Lo noté tembloroso, estaba en mangas de camisa y hacía frío, me preguntó si no tenía algo para "calentar".Ese día tenía media botella de Cognac que yo usaba solo para conversar cuando no tenía ganas de celebrar nada; le ofrecí un trago pero él quería que yo también me "mojara", acepté y cuando me di cuenta ya íbamos por la tercera copa, entonces se me ocurrió decirle que siempre habíamos conversado de poesía pero que nunca lo había escuchado recitar...Se puso un poco serio, entrecerró un poco los ojos sin contestarme, quedó mirando unos segundos el fluorescente verde que yo tenía detrás mío y que iluminaba extrañamente su rostro de rasgos negroides...Entonces empezó a recitar uno de sus poemas con una voz más profunda que de costumbre, quizá afinada por el buen trago, los versos fluían incontenibles desde su garganta, entró como en éxtasis; cuando llegó a la segunda estrofa yo ya estaba hipnotizado con esa hemorragia de expresiones tan hondas como su voz, sentí que el cabello se me erizaba y de pronto sentí a mi esposa que se colocaba a mi costado...la poesía fue extensa sin absolutamente ninguna interrupción o vacilación...Cuando Rogelio terminó de recitar, transpiraba; hubo un lapso de silencio de no sé cuanto tiempo, yo no había encendido los faroles amarillos...solo la luz verde acompañaba en el ambiente y hacía más extraña la pausa...Luego de aquella impensada catarsis fue Rogelio quien empezó a decir algo...Yo y mi esposa salíamos de un extraño letargo, ese día ella realmente me entendió y desde entonces lo empezó a estimar...Cada Navidad se preocupaba que no le faltara el panetón, el Champagne, la leche y el chocolate y lo que buenamente se le podía dar cuando era necesario.

Así era Rogelio, un ser de sencillez extrema, de alma profunda, de grandeza muy oculta, jamás se preocupó de exhibir sus cualidades para recibir consideración. Para poder procurarse alguna copita, trabajaba como mesero en un bar exclusivo de trujillo, era un sitio donde iba cierto tipo de gente de relieve, no era una cantina vulgar; allí Rogelio tenía el saludo de alguin que lo conocía o alguno que otro trago...A veces salía de ese lugar un poquito pasado de copas y alguna vez que lo encontré comprobé que aún semi incosciente jamás perdió su educación ni su calidad humana.

Tiempo después, en una de sus visitas me contó alegremente que estaba trabajando en una librería. Yo lo tomé como que por fin encontraba un trabajo que lo remunerara y lo alejara del trago, sentí contento. Un día me enteré que aquella librería (una de las más grandes de trujillo), era de una hija suya, que solo ganaba propinas pero que realmente estaba allí por leer gratis...

Con el tiempo dejé de verlo, nadie me daba razón de él. También por mi parte vivía una situación álgida por los bajones económicos de los sucesivos y equivocados gobiernos hasta que por motivos urgentes tuve que ir con mi esposa al norte. A mi regreso, alguin que encontré fortuitamente me dijo que Rogelio había fallecido ya hacía un tiempo atrás...No sé si recurrió a algún amigo...Pero conociéndolo a través del tiempo...no sería raro de haber querido morir con sencillez, sin aspavientos, sin mendigar a nadie, con la dignidad que nunca abandonó por ninguna dádiva...si le daban recibía con humildad...jamás lo ví pedir nada...Se fue como se van las personas grandes...Bohemio por convicción...Partió con la grandeza de un gran personaje, con la grandeza de un poeta innato y espontáneo...con la inmensa grandeza que el cielo permite se anide imperceptiblemente dentro de la gente que sabe cultivar la sencillez y se preocupa de engrandecer su alma a pesar de sus defectos...con la grandeza que solo se puede encontrar en la verdadera modestia y humildad.

POEMA II
( DEL LIBRO "SILENCIO PERPETUO", INÉDITO)
Desde este valle sombrío
desde esta angustia sin límites
desde esta terrible noche
escribo sobre mi muerte
con los dedos fosfóricos
profundizando imágenes...
oliéndome a cenizas...
porque ahora
ya no soy fuego vivo
alumbrando de nuevo
la esperanza
que la veo apagándose
apagándose...
porque ahora
ya no sueño latitudes
simplemente
soy delgada sombra
caminando sin rumbo
colmado de dulzura
y más aún
sacudiéndome de nuevos dolores...
Porque ahora
alimentándome estoy
de antiguos sufrimientos
y mis memorias son largas.
Dicen que el olvido sobre la muerte
no deja huellas. Es cierto.
Entonces nada me importará
un minuto de silencio
o las lágrimas que dejarán caer
otros llantos ya sin fuerzas
porque en tanto persigan mi recuerdo
seguiré siendo traslúcido cadáver
de puro sol amanecido...
porque ahora soy el único testigo
de mi extraña manera de morir.
Sé de donde vengo. Y callo.
Parezco un suicida sin luz
clavado en otra cruz, lleno de espinas...
porque ahora
estoy sintiendo por dentro
cómo duele el dolor
de mi ácida pobreza
y estas hambres durísimas
mordiéndome
secretamente las entrañas...
porque ahora
ya no tengo caminos para llegar
al otro lado de lo inmenso...
cuántos hermanos
estoy viendo pasar
rumbo a las tabernas
desgarrados mis ojos
y el corazón delatándome
de tal manera
que mi amargura sin fin
ha caído hondo. Hondísimo.
Hoy día he sufrido en cada vértebra
y qué poco he compartido mi tristeza.
Hoy día más oprimido que nunca
más herido que nunca. Más humano que nunca.
Hoy día
he regresado a mi vieja morada
y he vibrado terriblemente,
me he sacudido desde mis raíces
y me he preguntado:
¿por qué llevo
esta delgada sombra moribunda...?

ROGELIO GALLARDO BOCANEGRA.


PARA TERMINAR
Viene a mi mente un pensamiento de su poemario "ELEVADO CANTO", que reza: "SI VIVIR ES SABER DE QUE LADO ESTAMOS MURIENDO...MORIR ES EL PASO DEFINITIVO".

Cuando alguna vez nos obsequiaba algo escrito por él, solía poner antes de su firma: "DESDE LA POESÍA Y LA VIDA...": ROGELIO GALLARDO BOCANEGRA.

1 comentario:

FANNY JEM WONG M dijo...

GRACIAS POR COMPARTIRLO LEE
BESITOS
JEM WONG